sábado, diciembre 26

ROSARIO, COMPENDIO DEL EVANGELIO

A la contemplación del rostro de Cristo sólo se llega escuchando, en el Espíritu, la voz del Padre, pues «nadie conoce bien al Hijo sino el Padre» (Mt 11, 27). Cerca de Cesarea de Felipe, ante la confesión de Pedro, Jesús puntualiza de dónde proviene esta clara intuición sobre su identidad: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16, 17). Así pues, es necesaria la revelación de lo alto. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse a la escucha: «Sólo la experiencia del silencio y de la oración ofrece el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico, fiel y coherente, de aquel misterio»
El Rosario es una de las modalidades tradicionales de la oración cristiana orientada a la contemplación del rostro de Cristo. Así lo describía el Papa Pablo VI: « Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico –la repetición litánica del "Dios te salve, María"– se convierte también en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y del saludo de la Madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu seno" (Lc 1,42). Diremos más: la repetición del Ave Maria constituye el tejido sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen».
De la carta de Juan Pablo II Rosarium Virginis Mariae.
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jueves, noviembre 19

¿QUÉ HACER PARA QUE JESÚS RESPLANDEZCA EN EL MUNDO?

Soy don Francesco. Santo Padre, me ha impresionado una frase que escribió usted en su libro "Jesús de Nazaret": «¿Qué ha traído en verdad Jesús al mundo, si no ha traído la paz, el bienestar para todos o un mundo mejor? ¿Qué es lo que ha traído? La respuesta es muy sencilla: "a Dios. Ha traído a Dios"». Hasta aquí la cita, que me parece llena de claridad y verdad. Mi pregunta es: se habla de nueva evangelización, de nuevo anuncio del Evangelio —esta ha sido también la decisión principal del Sínodo de nuestra diócesis de Belluno-Feltre—, pero ¿qué hacer para que este Dios, única riqueza traída por Jesús y que a menudo se presenta a muchos envuelto en niebla, resplandezca aún en nuestros hogares y sea agua que apague la sed también de las numerosas personas que parecen ya no tener sed? Muchas gracias.
Gracias. Es una pregunta fundamental. La pregunta fundamental de nuestro trabajo pastoral es cómo llevar a Dios al mundo, a nuestros contemporáneos. Evidentemente, el llevar a Dios abarca muchos aspectos: el anuncio, la vida y muerte de Jesús se desarrollaron en varias dimensiones, que forman una unidad. Debemos mantener las dos cosas. Por una parte, el anuncio cristiano, el cristianismo, no es un paquete complicadísimo de muchos dogmas, que nadie podría conocer en su totalidad. No es algo sólo para académicos, que pueden estudiar estas cosas. Es algo sencillo: Dios existe, Dios es cercano en Jesucristo. El mismo Jesucristo, resumiendo, dijo: "Ha llegado el reino de Dios". Esto es lo que anunciamos, algo muy sencillo en el fondo. Todos los otros aspectos son sólo dimensiones de esa única realidad; no todas las personas deben conocer todo, pero ciertamente todas deben entrar en lo íntimo, en lo esencial; así se abordan con alegría cada vez mayor también las diversas dimensiones.
Pero, en concreto, ¿qué se ha de hacer? Hablando del trabajo pastoral actual ya tocamos los puntos esenciales. Pero continuando en este sentido, llevar a Dios implica sobre todo, por una parte, el amor y, por otra, la esperanza y la fe. Es decir, la dimensión de la vida: el mejor testimonio de Cristo, el mejor anuncio, es siempre la vida auténtica de los cristianos. Hoy el anuncio más hermoso lo realizan las familias que, alimentándose de fe, viven con una alegría profunda y fundamental, incluso en medio del sufrimiento, y ayudan a los demás, amando a Dios y al prójimo. También para mí el anuncio más consolador es siempre ver a familias católicas o a personalidades católicas impregnadas de fe. En ellas resplandece realmente la presencia de Dios y a través de ellas llega el "agua viva" de la que usted ha hablado. Así pues, el anuncio fundamental es precisamente el de la vida misma de los cristianos.
Naturalmente, después viene el anuncio de la Palabra. Debemos hacer todo lo posible para que se escuche y se conozca la Palabra. Hoy existen muchas escuelas de la Palabra y del diálogo con Dios en la sagrada Escritura, diálogo que también se transforma necesariamente en oración, porque un estudio meramente teórico de la sagrada Escritura es sólo una escucha intelectual y no sería un verdadero y suficiente encuentro con la palabra de Dios.
Si es verdad que en la Escritura y en la palabra de Dios es el Señor, el Dios vivo, quien nos habla, suscita nuestra respuesta y nuestra oración, entonces las escuelas de la Escritura deben ser también escuelas de oración, de diálogo con Dios, de acercamiento íntimo a Dios.
A continuación vienen todas las formas de anuncio. Naturalmente, los sacramentos. Con Dios siempre vienen también todos los santos. Como nos dice la sagrada Escritura desde el inicio, Dios nunca viene solo, viene acompañado y rodeado de los ángeles y de los santos. En la gran vidriera de San Pedro que representa al Espíritu Santo me agrada mucho que Dios se encuentre rodeado de una multitud de ángeles y de seres vivos, que son expresión y, por decirlo así, emanación del amor de Dios.
Con Dios, con Cristo, con el hombre que es Dios y con Dios que es hombre, viene la Virgen. Esto es muy importante. Dios, el Señor, tiene una Madre y en esa Madre reconocemos realmente la bondad materna de Dios. La Virgen, Madre de Dios, es el auxilio de los cristianos, es nuestra consolación permanente, es nuestra gran ayuda. Esto lo veo también en el diálogo con los obispos del mundo, de África y últimamente de América Latina. El amor a la Virgen es la gran fuerza de la catolicidad. En la Virgen reconocemos toda la ternura de Dios; por eso, cultivar y vivir este gozoso amor a la Virgen, a María, es un don muy grande de la catolicidad.
Luego vienen los santos. Cada lugar tiene su santo. Eso está bien, porque así vemos los múltiples colores de la única luz de Dios y de su amor, que se acerca a nosotros. Debemos descubrir a los santos en su belleza, en su acercarse a nosotros en la Palabra, pues en un santo determinado podemos encontrar traducida precisamente para nosotros la Palabra inagotable de Dios. Asimismo, todos los aspectos de la vida parroquial, incluso los humanos. No debemos andar siempre por las nubes, por las altísimas nubes del Misterio; también debemos estar con los pies en la tierra y vivir juntos la alegría de ser una gran familia: la pequeña gran familia de la parroquia, la gran familia de la diócesis, la gran familia de la Iglesia universal.
En Roma puedo ver todo esto; puedo ver cómo personas procedentes de todas las partes de la tierra y que no se conocen, en realidad se conocen, porque todos forman parte de la familia de Dios; se sienten una familia porque lo tienen todo: amor al Señor, amor a la Virgen, amor a los santos; tienen la sucesión apostólica, al Sucesor de Pedro, a los obispos.
Esta alegría de la catolicidad, con sus múltiples colores, es también la alegría de la belleza. Aquí tenemos la belleza de un hermoso órgano; la belleza de una hermosísima iglesia; la belleza que se ha desarrollado en la Iglesia. Me parece un testimonio maravilloso de la presencia y de la verdad de Dios. La Verdad se manifiesta en la belleza y debemos agradecer esta belleza y hacer todo lo posible para que permanezca, se desarrolle y crezca aún más. De esta forma, llega Dios hasta nosotros de un modo muy concreto.

Para ver el encuentro completo visita la página del Vaticano.

martes, noviembre 3

ESPIRITUALIDAD MARIANA VICENTINA

1. La vida de María

En la época de San Vicente y de Santa Luisa, en los días de la manifestación a Santa Catalina Labouré, al igual que en nuestros días, la auténtica espiritualidad mariana ha de nutrirse del encuentro personal y sincero con María, a partir del contacto permanente con el Evangelio: Deseamos subrayar que nuestra época, como las precedentes, está llamada a verificar su propio conocimiento de la realidad con la Palabra de Dios y a confrontar sus concepciones antropológicas y los problemas que derivan de ellas con la figura de la Virgen, tal cual nos la presenta el Evangelio.

Cuantitativamente hablando, los textos del Nuevo Testamento sobre María son muy sobrios. En las Cartas sólo encontramos un pasaje (Gal. 4, 4). Una referencia también encontramos en los Hechos de los Apóstoles (1, 14). Dos alusiones en el evangelio de Marcos (3, 31-35; 6, 3). Dos escenas en el evangelio de Juan (2, 1-12; 19, 26-27). Los detalles más abundantes están recogidos en los evangelios de la infancia (Mt. 1-2; Lc. 1-2).

El kerigma primitivo se centra en el acontecimiento central de la muerte y resurrección de Jesucristo, sin que aparezca una referencia directa a María. Pero el conjunto del Nuevo Testamento reconoce la función de María como madre y modelo en la historia de la salvación, digna de ser alabada y acogida.

a) María en la historia de la salvación

El papel de María en la historia de la salvación puede ser presentado a través de dos expresiones que encontramos en el evangelio de Lucas:

  • Esclava del Señor (Lc. 1, 38). María es instrumento elegido por Dios para el cumplimiento de sus designios, manteniéndose fiel a su misión de manera incondicional;
  • Bendita entre las mujeres (Lc. 1, 42). María no es sin más preferida entre sus contemporáneas. La bendición indica la participación en los bienes mesiánicos y una aportación a la salvación. Esto no puede reducirse a un mero dar a luz el fruto de sus entrañas, sino que, a la luz de los episodios veterotestamentarios donde se habla de acciones liberadoras, implica todas las consecuencias que lleva consigo ser la madre del mesías liberador.

La misión de María en la historia de la salvación puede profundizarse también a partir de la profecía de Simeón (Lc. 2, 35), de la escena del encuentro con Jesús en el templo (Lc. 2, 48), o de los dos episodios del evangelio de Juan en relación con la “hora” (Jn. 2, 1-12 y Jn. 19, 26-27).

b) Modelo para el pueblo de Dios

Durante la vida pública de Jesús, los evangelios nos presentan a María como la madre que se hace discípula (Lc. 8, 19-20; 11, 28).

Son, sobre todo, los evangelistas Lucas y Juan quienes nos presentan los rasgos de la personalidad de María como perfecta cristiana y modelo para todo el pueblo de Dios, para la Iglesia. Todas las dimensiones espirituales características de la línea mística de los pobres de Yahvé en el Antiguo Testamento, y que serán canonizadas por las bienaventuranzas evangélicas, convergen en María y componen su retrato espiritual: pobreza (Lc. 1, 48), servicio (Lc. 1, 38. 48; Jn. 2, 5), temor de Dios (Lc. 1, 29. 50), conciencia de su propia fragilidad (Lc. 1, 52), sentido de justicia (Lc. 1, 53), solidaridad con el pueblo de Dios (Lc. 1, 52-55), alegría (Lc. 1, 28. 47), apertura y disponibilidad al plan divino (Lc. 1, 38. 51), confianza en la realización de las promesas de Dios fiel y misericordioso (Lc. 2, 19. 51) demuestran la profunda religiosidad de María en sintonía con la piedad bíblica veterotestamentaria. El Magníficat es el canto de los pobres, reunidos de todos los puntos de la historia bíblica, de todo el verdadero y espiritual Israel, heredero de las bendiciones mesiánicas; presenta a María como la hija de Sión, el resto de la comunidad de Israel que ha llegado a la perfección, dispuesto a acoger la alegría mesiánica y a realizar la presencia salvífica de Dios en la humanidad.

c) Digna de ser alabada

El evangelio de Lucas invita a los cristianos a alabar a María: Desde ahora me felicitarán todas las generaciones (Lc. 1, 48); a unirse a Isabel para llamarla bendita (Lc. 1, 42), reconociendo en ella la acción de Dios que la ha elegido para participar tan decisivamente en su plan de salvación.

d) La acogida de su maternidad

El evangelio de Juan invita a los seguidores de Jesús a acoger a María como Madre: Desde aquel día el discípulo la recibió en su casa (Jn. 19, 27). Para el discípulo de Jesús, entre sus bienes, entre las cosas propias que le vienen del hecho de estar en comunión con Cristo, está el acoger en la fe a la Madre.

Como vemos, el Nuevo Testamento nos proporciona los elementos esenciales donde beber para configurar la espiritualidad mariana. La lectura de las sagradas Escrituras, hecha bajo el influjo del Espíritu Santo y teniendo presentes las adquisiciones de las ciencias humanas y las variadas situaciones del mundo contemporáneo, llevará a descubrir cómo María puede ser tomada como espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo.

2. La fe de la Iglesia

La Iglesia es el sacramento de Cristo y de su seguimiento. Es el lugar más auténtico y primordial del encuentro con el Padre. La Iglesia es la patria, el lugar privilegiado donde está y actúa el Espíritu Santo.

En todas las épocas de la historia resurge la tentación de un cristianismo y de una espiritualidad sin la Iglesia y lo que ella nos ofrece como experiencia. Sin embargo, es el criterio de la comunidad eclesial el que confronta nuestra personal experiencia cristiana con el evangelio y con la práctica de Jesús, de manera que no resulte sectaria y subjetiva. Es también la comunidad eclesial la que pone a nuestro alcance la gran tradición espiritual del cristianismo y nos propone testigos vivos del seguimiento de Jesús, suscitados por el Espíritu Santo. Y es en la celebración común de la fe, en la profundización de la Palabra de Dios, en la respuesta compartida de los compromisos cristianos, como la comunidad eclesial va guiando a sus miembros, en ayuda recíproca, a vivir desde Dios.

El Concilio Vaticano II dedicó el capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium a María: La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. “Como es fruto de dos tendencias, la presentación que hace de la Virgen es bella, positiva, equilibrada, bíblica, ecuménica y eclesial. Verdaderamente es difícil escribir con mayor fundamento escriturístico, con más solidez teológica y con una más devota unión que como se redactó este capítulo. En él se pone de relieve el papel incomparable de María en la historia de la salvación, pero siempre con relación a Cristo y a la Iglesia”.

Pablo VI publica en 1974 la Exhortación Apostólica Marialis Cultus. Actualiza la doctrina del Vaticano II sobre la Virgen, clarifica la relación esencial de la Virgen con el Salvador y marca las líneas de la espiritualidad y culto marianos, proponiendo a María como modelo: la Virgen oyente, la Virgen orante, la Virgen Madre, la Virgen oferente.

Juan Pablo II publica en 1987 la encíclica Redemptoris Mater para promover una nueva y profunda lectura de cuanto el Concilio ha dicho sobre la Virgen María, madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia, con una doble intención: presentar una doctrina de fe sobre María y fomentar una adecuada espiritualidad mariana.
Una auténtica espiritualidad mariana no puede dejar de beber en la fuente que es la fe de la Iglesia, constantemente repensada y reformulada en los documentos de su magisterio. No es posible construir una espiritualidad mariana auténtica al margen o fuera y mucho menos en contra del sentir de la Iglesia.

jueves, octubre 8

ENLACES RECOMENDADOS SOBRE EL AÑO SACERDOTAL

Este año el Santo Padre proclamó un año sacerdotal al conmemorar los 150 años de la muerte del Santo Cura de Ars. Publicamos unos de los cientos de enlaces para celebrar mejor esta fiesta.

1. http://www.aciprensa.com/asacerdotal/

2, ¿¿¿¿¿Sacerdote Yo????

3. Descarga el Boletin de la CEC sobre el año sacerdotal.

4. año sacerdotal.

5. Documentos de reflexión Diócesis de Chile (Descargar).

6. Año sacerdotal página especial de la Santa Sede.

7. Página Clerus Año sacerdotal.

lunes, septiembre 14

ESPIRITUALIDAD MARIANA VICENTINA

Dar forma hoy en las asociaciones laicales vicencianas

a una espiritualidad mariana viva

Después de haber considerado las fuentes en las que bebe la espiritualidad mariana de la FV, interesa que centremos nuestra atención en algunas propuestas que contribuyan a dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva. Y pensamos concretamente en las asociaciones laicales vicencianas, dada la naturaleza de este Mes Vicenciano1.

Hablamos de dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva. ¿Acaso no es perenne la espiritualidad mariana? ¿No es Jesucristo el mismo ayer, hoy y siempre? (Heb. 13,8). ¿Cómo decimos, pues, dar forma hoy a una espiritualidad mariana viva? Ciertamente que Cristo es el mismo, pero no es la misma la persona humana que tiene que acogerlo en cada época histórica, ni son los mismos los planteamientos antropológicos y culturales en los que se inscribe su vida. De ahí que sea necesario volver en cada época a beber de las fuentes inspiradoras y actualizar sus expresiones. María ha alimentado en todas las épocas de la Iglesia la experiencia espiritual de los cristianos, pero su figura ha sido recreada de formas muy variadas a lo largo de la historia. Al comienzo del Tercer Milenio, ¿puede la FV, bebiendo en sus fuentes inspiradoras, dar forma a una espiritualidad mariana viva?

Permítanme sugerirles algunas propuestas:

1. Amar a María

Todas las almas verdaderamente cristianas han de profesar un gran amor a la Santísima Virgen y honrarla profundamente en su cualidad de Madre de Dios, así como por las virtudes que Dios le ha otorgado con este fin. Estas palabras, que fueron escritas por Santa Luisa de Marillac, nos ofrecen la primera propuesta para una espiritualidad mariana viva. Como han expresado las Constituciones de las Hijas de la Caridad, quien quiere seguir a Jesucristo, encuentra a la que lo recibió del Padre, María, la primera cristiana2.

A lo largo de su historia, y en cada una de sus instituciones y grupos, la FV ha otorgado un lugar destacado a la Virgen María. María es reconocida e invocada como Madre por la FV. Todo cristiano, y concretamente cada uno de nosotros, miembros de la FV, está invitado a acoger a María entre sus cosas más queridas y preciosas3. En las asociaciones vicencianas hemos de promover, pues, un verdadero amor a María. Sin descuidar la pertinente observación de S. De Fiores: “lo que el cristiano de hoy desea es un encuentro auténtico y personal con María, libre de hipotecas y de visiones caducas, basado en el contacto asiduo con el evangelio y expresado en un diálogo con ella totalmente renovado”4.

Esta es la primera propuesta: que en todas nuestras asociaciones cultivemos un auténtico amor a María.

2. Vivir como María

Nuevamente es Santa Luisa la que nos guía para formular nuestra segunda propuesta: Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes.

Con toda claridad lo recordaba el Concilio Vaticano II: La verdadera devoción no consiste ni en un afecto estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la madre de Dios y excitados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes.5

El gran cambio de rumbo producido a partir del Concilio Vaticano II en la espiritualidad mariana ha consistido en proponer a María como aquella a la que debemos imitar mucho más que aquella a la que debemos rezar. “María es exaltada menos en sus privilegios y más en sus funciones; menos en su realeza y más en su ejemplaridad”6.

Vicente de Paúl y Luisa de Marillac son muy claros al proponernos a María como ideal de vida, como modelo. También la Medalla Milagrosa es un compendio de la vida de María y un apoyo para la vida cristiana.

Bebiendo de las fuentes inspiradoras de la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano, nuestras asociaciones vicencianas podrían esforzarse por dar forma en la propia vida a los siguientes rasgos del cristiano y de María:

  1. Llamados y elegidos

Vicente de Paúl y Luisa de Marillac afirmaron sin reservas la Inmaculada Concepción de María. También las manifestaciones de Sor Catalina Labouré y la Medalla Milagrosa proclaman inequívocamente este mismo misterio: Si la Virgen es llamada también ‘bendita entre las mujeres’, esto se explica por aquella bendición de la que Dios Padre nos ha colmado en los cielos, en Cristo... Es una bendición derramada por obra de Jesucristo en la historia del hombre desde el comienzo hasta el final: a todos los hombres. Sin embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial y excepcional... En el misterio de Cristo, María está presente ya antes de la creación del mundo como aquella que el Padre ha elegido como Madre de su Hijo en la encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de su santidad.7

Como María, desde el día del bautismo, cada uno de los cristianos estamos llamados a honrar en nosotros mismos el estado de gracia, la amistad con Dios, la comunión con él, la inhabitación del Espíritu8, siendo santos e irreprochables en el amor.

Solían repetir Vicente de Paúl y Luisa de Marillac: llamados por todo un Dios... ¡oh, qué grande es esto!9

Desde el reconocimiento de la grandeza de la elección, hecha de cada uno de nosotros por Dios el día de nuestro bautismo10, brotará la generosidad de nuestra respuesta y la urgencia de la diaria superación.

  1. Atentos y disponibles a la voluntad del Padre

María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través del acontecimiento de la anunciación: La que en la anunciación se definió como esclava del Señor fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera discípula de Cristo, el cual subraya intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 23, 1-2). Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar, y ha conseguido plenamente aquel estado de libertad real, propio de los discípulos de Cristo: ¡Servir quiere decir reinar!11

El acontecimiento de la Anunciación ha inspirado a los miembros de la FV desde los días de Vicente de Paúl y Luisa de Marillac. La vida de Catalina Labouré es la historia de una fidelidad a la voluntad de Dios tejida de trabajo, sencillez, humildad, caridad y silencio. La Medalla Milagrosa ha contribuido a escribir páginas heroicas de fidelidad a Dios, de autenticidad cristiana, de conversión. Como María, los miembros de la FV hemos de saber vivir abiertos a la fuerza transformadora del Espíritu, para que sepamos entregarnos sin reservas al cumplimiento de la voluntad de Dios, siempre atentos y disponibles.

  1. Para que Cristo se forme en nosotros

La existencia entera de María es una plena comunión con su Hijo... Fue la fiel acompañante del Señor en todos sus caminos. La maternidad divina la llevó a una entrega total. Fue un don generoso, lúcido y permanente. Anudó una historia de amor a Cristo íntima y santa, única, que culmina en la gloria”.12 De esta unidad de la Madre con Cristo es expresión plástica la Medalla Milagrosa, sobre todo en la unión de los dos corazones y la letra M entrelazada con la Cruz, que figuran en su reverso. Identificarnos con Jesucristo, revestirnos del espíritu de Jesucristo, para continuar su misión, pertenece al corazón mismo del carisma vicenciano. En este proceso, los miembros de la FV no podemos dejar de mirar a María, cuya existencia entera es plena comunión con Cristo.13

  1. Para llevar el Evangelio de la caridad a los pobres

María, la mejor discípula de Cristo, la que ha vivido la mayor identificación con Cristo, es también la colaboradora más estrecha en su obra: Ella fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisa o de religiosidad alienante. No es sólo el fruto admirable de la redención; es también la cooperadora activa.14

Pablo VI describía la evangelización como un verdadero alumbramiento: La Iglesia, con la Evangelización, engendra nuevos hijos. Ese proceso que consiste en transformar desde dentro, en renovar a la misma humanidad, es un verdadero volver a nacer.15 El mismo Pablo VI señalaba la amplitud del servicio de María y apuntaba la variedad de situaciones en las que el seguidor de Cristo debe hacer presente la fuerza del Evangelio: Ella es una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (Mt. 2, 13-23): situaciones éstas que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad.16

La evangelización y el servicio de los pobres constituyen la razón de ser de todas las instituciones y asociaciones de la FV. San Vicente de Paúl propone en numerosas ocasiones la prontitud de María en la Visitación como modelo para el servicio de los pobres: Honrarán la visita de la santísima Virgen cuando fue a visitar a su prima con prontitud y alegría.17 Las manos abiertas de la Virgen Milagrosa y su manto que cubre la tierra y abraza a los pobres; la Visita de María a Isabel y la espiritualidad del Magníficat; la solicitud de la Madre que coopera a la generación y educación de los hermanos y hermanas de su Hijo.18... ¡Cuántas referencias marianas que han de seguir inspirando el servicio evangelizador y la nueva imaginación de la caridad de la FV frente a la pobreza de mil rostros!

Hemos hablado al comienzo de este trabajo que hablar de espiritualidad mariana es encontrar en María inspiración en el seguimiento de Cristo. Y esta es nuestra segunda propuesta para una espiritualidad mariana viva hoy: vivir como María:* Llamados y elegidos;

* Atentos y disponibles a la voluntad de Dios;

* Para que Cristo se forme en nosotros;

* Para llevar el Evangelio de la caridad a los pobres.

3. Celebrar el misterio de Cristo con María

Al formular nuestra tercera propuesta para una espiritualidad mariana viva hoy en las asociaciones vicencianas, recurrimos de nuevo a la recomendación de Santa Luisa: Bueno será tributar a María todos los días algún honor; y el mayor que podemos ofrecerle es el de unir nuestro espíritu a la intención de la Santa Iglesia en las preces con que en cada tiempo (litúrgico) la saluda.

Los documentos de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, nos señalan el camino con claridad:

  • La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”19;

  • En la celebración del círculo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo”20;

  • Cristo es el único camino al Padre. Cristo es el modelo supremo al que el discípulo debe conformar la propia conducta, hasta lograr tener sus mismos sentimientos, vivir de su vida y poseer su Espíritu: esto es lo que la Iglesia ha enseñado en todo tiempo y nada en la acción pastoral debe oscurecer esta doctrina. Pero la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo y amaestrada por una experiencia secular, reconoce que también la piedad a la Santísima Virgen, de modo subordinado a la piedad hacia el Salvador y en conexión con ella, tiene una gran eficacia pastoral y constituye una fuerza renovadora de la vida cristiana”21;

  • María, que por la gracia de Dios, después de su Hijo, fue exaltada por sobre todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima Madre de Dios, que intervino en los misterios de Cristo, con razón es honrada con especial culto por la Iglesia... Las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo, por razón del cual son todas las cosas y en el que plugo al Padre eterno que habitase toda plenitud, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos ”22;

  • La Iglesia se siente invitada a inspirarse en María “como ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios”23;

  • La Iglesia, cuando considera la larga historia de la piedad mariana, se alegra comprobando la continuidad del hecho cultual, pero no se vincula a los esquemas representativos de las varias épocas culturales ni a las particulares concepciones antropológicas subyacentes, y comprende cómo algunas expresiones de culto, perfectamente válidas en sí mismas, son menos aptas para hombres pertenecientes a épocas y civilizaciones distintas”.24


A la luz de estos principios, las diversas asociaciones de la FV hemos de aprender a celebrar el misterio de Cristo, a lo largo del año litúrgico, con María. La fidelidad a estos principios requerirá, en ocasiones, que revisemos y actualicemos nuestras formas de piedad y devoción a la Virgen María. Teniendo en cuenta estos criterios, deberemos cuidar los detalles de las manifestaciones de nuestra devoción a la Virgen María. Porque las manifestaciones de nuestra devoción a la Virgen María no pueden ir por un camino distinto al de nuestra espiritualidad vicenciana.


Conclusión


En la Palabra de Dios, en la vida de la comunidad eclesial y en nuestra tradición espiritual propia, encontramos las fuentes inspiradoras para la espiritualidad mariana en el carisma vicenciano. La vida en seguimiento de Cristo según el carisma vicenciano encuentra en esta espiritualidad mariana inspiración hoy.

1 Como sabemos, existen muchos otros grupos y asociaciones dentro de la FV. Nos referimos aquí concretamente a las asociaciones laicales fundadas por San Vicente y Santa Luisa (AIC), o surgidas a partir de la manifestación a Santa Catalina Labouré (1830) (AMM, JMV, MISEVI) o en torno a ella (SSVP). Cf. Betty Ann McNeil, Monograh I. The Vincentian Family Tree, Vincentian Studies Institute, 1996.

2 C. 1.12.

3 Cf. Jn 19. Redemptoris Missio, 45.

4 S. DE FIORES, o.c., p. 1151.

5 Lumen Gentium, 67.

6 T. GOFFI, o.c., p. 671.

7 Redemptoris Mater, 8.

8 Marialis Cultus, C 57.

9 SLdM, E. n. 211. Cf. C. 257. SV IX, 242 / ES IX, 232.

10 Cf. SLdM, E. n. 8.

11 Redemptoris Mater, 41.

12 Marialis Cultus, 25.

13 En la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de él. Marialis Cultus, 25.

14 Marialis Cultus, 37.

15 Evangelii Nuntiandi, 18.

16 Marialis Cultus, 37.

17 SV XIII, 419 / ES X, 570; Cf. SV I, 513 / ES I, 509; SV II, 247 / ES II, 207; SV IX, 258 / ES IX, 245-246.

18 Cf. Redemptoris Mater, 6.

19 Sacrosanctum Concilium, 10.

20 Ibid. 103.

21 Marialis Cultus, 57.

22 Lumen Gentium, 66.

23 Marialis Cultus, 16.

24 Ibid., 36.

Para descargar el documento completo clic aquí.

lunes, agosto 24

domingo, agosto 2

DESCARGA DOCUMENTOS SOBRE SANTUARIOS

Estos artículos son tomados de la Revista Vincentiana de nuestra comunidad Congregación de la Misión.

1. Los Santuarios: lugares misioneros. Landousies, J.

2.
La Capilla de Rue du Bac. Planchot, J. D.

3. Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Filipinas. Regua, R.

4.
El Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Perryville, Missouri - USA. Shelby, C.

5.
Santuario Central de María Pennsylvenia (Mary's Central Shrine) Arquidiócesis de Filadelfia, - USA . Kiernan, J.

6.
El Santuario de San Justino de Jacobis en Hebo (Eritrea). Caccetta, A.

7.
Santuario de Nuestra Señora de Luján (Argentina). Sarasola, V.

La imagen corresponde al inetrior de la Capilla Vicentina de la Rue du Bac en París, donde se apareció la Virgen e la Medalla Milagrosa.

jueves, julio 23

FOTOS DEL SANTUARIO













Fotos de Nuestro Santuario y de la Apostólica.

viernes, julio 3

SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA IX

Los frutos del peregrinar

A lo largo de su historia, este Santuario, siempre ha tenido ese sentido de acogida a los peregrinos y este aspecto no podemos dejarlo a un lado en la reflexión, ya que es uno de esos elementos que nos ayudan a comprender mejor el camino del hombre que se hace cada día trayecto hacia el encuentro definitivo con el Padre. Creemos firmemente que Dios nos espera y que sus brazos nos brindarán la paz absoluta que sólo puede descansar en él. María en este caso vuelve a ser intercesora nuestra. Es que llegando hasta el Santuario nos conecta con la bondad del Padre y el amor del Hijo.

La misión que el Padre encomendó a María en la anunciación y el Hijo desde la cruz, no terminó con la Asunción de ésta a los cielos. Se trata de una maternidad plena en el orden salvífico, que incluye no sólo el dar la vida biológicamente a Jesús, sino a todo su ser, que es mesiánico. Por ello María es figura y modelo de la Iglesia. Asunta a los cielos, su reinado es real, pero no según el modelo político sino evangélico: reina sirviendo como una madre a la Iglesia de los redimidos por su Hijo.

Por eso la Iglesia la reconoce como asociada activamente a la obra redentora de su Hijo. Así aparece (bajo diversas figuras) en la Tradición, a partir de los Santos Padres. Esta Colaboración, ahora en los cielos se basa en la misma asociación realizada en el proceso histórico de la obra mesiánica. Y se extiende a todo el ámbito al que se refiere la obra salvífica de Cristo, es decir a la liberación del hombre

Pero tal misión es diferente de la encomendada por el Señor a otros a quienes ha asociado a su obra (por ejemplo en la jerarquía o en el sacerdocio ministerial): es específicamente materna, y se ejercita mediante la guía de sus hijos por el ejemplo, y su intercesión por nosotros ante el Padre, por su Hijo, en el Espíritu”56.

La conciencia pues del caminar hacia el Santuario debe estar marcada por la fe profunda no sólo a la Madre sino ante todo al Hijo. Gracias a ella el hombre que va a su encuentro, recibe también unas gracias especiales de sentirse amado y acogido desde los diferentes sacrificios que ha hecho desde el momento mismo que pensó realizar un camino de reflexión y de encuentro con Jesús a través de la Madre. Nos hace preguntar este aspecto ¿Qué es lo que quiero para mi vida eterna, mi vida futura? ¿Cómo lo lograré? ¿A través de qué medios? ¿Cómo será mi caminar hacia el Padre? He aquí pues un pensamiento más bien Escatológico que me conecta con el Dios dador de la vida y con el cual espero alcanzar los gozos prometidos a todos los hombres. “De Dios venimos y a él volvemos”.

En el peregrinar se da transformación y renovación del corazón: muchas veces quienes han llegado hasta este Santuario u otros que encontramos a lo largo de la geografía colombiana, han experimentado los milagros que vienen no sólo de la generosidad de la Madre que conoce los ruegos de sus hijos, sino que también muchos han tenido la oportunidad de volver los ojos al Señor que los ha amado primero. En estos Santuarios con seguridad se han experimentado los mayores milagros a través del Sacramento de la reconciliación y ha sido, repito nuevamente, ese caminar silencioso que nos da la oportunidad de volver a las fuentes, muchas veces desconocidas por la tragedia del pecado que no nos deja ver el gran don de la cercanía a Dios.

Ese peregrinar es el mismo signo de la Iglesia que permanece en marcha, que está atenta a los cambios que debe dar para favorecer la fe de los creyentes, para trasformar con el testimonio y sobre todo con la experiencia profunda de encuentro con Dios en la celebración de la Eucaristía que es la cumbre de todo ser cristiano católico.

Obra ciertamente Neumatológica

Después de la investigación histórica, no podemos desconocer la fuerza del Espíritu Santo que ha actuado, a través de quienes han estado al frente de su servicio. Es por tanto obra del verdadero Espíritu que no sólo ha inspirado, sino que ha impulsado, ha animado y ha iluminado los pasos de la tarea evangelizadora. Ante tantas dificultades no sólo para recolectar los dineros necesarios sino ante las calamidades uno podría llegar a pensar que la mano de Dios ha desaparecido; pero no, al contrario, la fuerza la ha manifestado a través del soplo del Espíritu que ha permitido mantenerse fieles a la obra de irradiación del carisma y también de la Evangelización que es por cierto muy compleja en ciertas circunstancias de la vida y de la obra misma. Cincuenta años no han pasado en vano, no han permanecido a oscuras.

Esto que acabo de resaltar anteriormente se descubre en la colaboración de tantas personas, en las reflexiones de tantos pastores y ministros ordenados que han pasado por este Santuario y que de alguna manera han dejado huella; huellas que se van desapareciendo para que reine la Única y definitiva: La de Dios y su Hijo Jesucristo, a través de la acogida que ha brindado la Madre del cielo.

Una experiencia que se hace vida en la Iglesia

Aunque estoy mencionando este punto al final de esta pequeña reflexión teológica, me parece que es esencial a la hora de analizar o mirar el objetivo mismo de los Santuarios. Es que todos estos acontecimientos y experiencias se hacen comunidad eclesial (he aquí un aspecto Eclesiológico). El peregrinar personal nos convoca y nos hace encontrar con otros que con diferentes sentimientos, necesidades o alegrías, forman la gran familia de Dios y a través de las diferentes manifestaciones enriquecen la misma vida de la Iglesia.

Eso que creemos y sentimos lo hacemos vida en la celebración, en la fracción del pan, en el encuentro con la Palabra.

Pues bien el Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa ha vivenciado este acontecimiento y no sólo ha sido una estructura de arte o es un lugar en donde se han repartido medallitas, sino que ha unido a los peregrinos al gran misterio de la Eucaristía, asociándolo también a la vivencia de los demás Sacramentos.

Allí comenzaron a florecer hace algunos años, a través de la pastoral que varios sacerdotes impartieron, los sueños de varios grupos, que después de sentirse convocados a través de una procesión o atraídos por el amparo maternal de María, querían comprometerse a vivenciar el Evangelio desde un servicio más entregado; y es como se da el despertar de la Pastoral, la misma animación de las Damas del Santuario entre otros y de esta manera se conforman los otros grupos que prestan gran ayuda en lo que conocemos como la Pastoral Litúrgica, que tanto bien le hace a la Iglesia. Yo diría que es también la mejor manera de fomentar los carismas que se encuentran escondidos en los que conforman la asamblea y que muchas veces desconocen.

Me parece que es el fenómeno más hermoso y maravilloso que ha vivido el Santuario en Santa Rosa, el llamado de Dios ha sido escuchado, no es sino mirar la gracia de la convocatoria y la congregación de personas en torno a la Madre cada sábado en las celebraciones de la conocida “Novena perpetua”, además del fervor que se experimenta. Digamos también que el surgimiento del Santuario no fue sólo lo que significa la construcción, sino que se cuenta apartir de la peregrinación y presencia de los fieles, del pueblo de Dios que acude a él a diario y que es el que le da el verdadero sentido de Santuario.

De esta manera afirmamos y con sinceridad que el Santuario ha cumplido con las condiciones necesarias para que se considere como Santuario y que sigue siendo vigente:

  1. Es un lugar Sagrado; así ha sido considerado siempre y se ha cultivado bajo el signo de esa dignidad.

  2. Siempre se ha tenido destinado a la celebración del culto divino y para los fieles.

  3. Ahora más que nunca se procede a disponer el historial que da los fundamentos esenciales de su surgimiento y que son necesarios a la hora de enriquecer la fe de quienes acuden a él.

  4. Las peregrinaciones siguen siendo el eje principal, después de la predicación de la Palabra de Dios y el culto Divino.

  5. Cuenta con las aprobaciones pertinentes, como se cuenta en el historial. Y de esta manera entonces cuenta además con el reconocimiento necesario para desarrollar una buena pastoral.

  6. Transforma sinceramente la vida de quienes entran allí, es la experiencia que cuentan quienes pasan por el lugar; yo puedo testificar esta afirmación, pues he tenido la oportunidad de estar presente en diferentes celebraciones y encuentros de los peregrinos.

CONCLUSIONES

Al realizar estas conclusiones quisiera resaltar y reafirmar primero que todo el sentido mismo de lo que es para nosotros el Santuario y después de haber hecho un acercamiento desde unos aportes históricos y reflexión teológica al respecto.

  • Es ante todo Memoria, Presencia y Profecía del Dios Vivo.

  • Podemos identificar el Santuario como “la tienda del encuentro”.

  • Es además la meta visible del itinerario de los peregrinos.

  • El Santuario promueve la experiencia de convocación, encuentro y construcción de la comunidad eclesial.

  • El Santuario es portador de un mensaje preciso.

  • Es una auténtica escuela de fe con el ejemplo vivo y la intercesión maternal de la Virgen María; en este caso particular del Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa.

El Santuario, memoria del origen. Es memoria de la obra de Dios. El Santuario es ante todo lugar de la memoria de la acción poderosa de Dios en la historia, que ha dado origen al pueblo de la alianza y a la fe de cada uno de los creyentes. El significado profundo de todo Santuario es hacer memoria, en la fe, de la obra salvífica del Señor. El Dios vivo que ha entrado en la historia quiere dar un signo de su fidelidad y de su presencia siempre actual en medio de su pueblo. El Santuario es la memoria eficaz de la obra de Dios, el signo visible que proclama a todas las generaciones cuán grande es Él en el amor, y testimonia que Él nos ha amado primero y ha querido ser el Señor y Salvador de su pueblo”57.

Al terminar esta investigación y reflexión descubro además lo siguiente: El Santuario nos está recordando que la Iglesia nace de la iniciativa misma de Dios. Que a ese “fenómeno”, que lo podemos reconocer también como misterio, hay que acercarse con una actitud de asombro y también de adoración, reconociendo en el fondo el don de Dios. Se debe tener previamente una preparación para el encuentro con el Santuario, no basta entonces con ir sólo de paseo.

Esa iniciativa de la que ya he hablado anteriormente hay que acogerla con un espíritu de acción de gracias. Estos Santuarios son verdaderas escuelas de oración y a través de ella podemos aprovechar para agradecer el don. De ahí que podamos también experimentar ese don de la reconciliación, como aprovechamiento de la generosidad del Señor. Hay que tener muy en cuenta esto porque de otra forma se estaría desperdiciando lo que Dios nos ofrece y de esta forma el don se hace ineficaz.

Al elaborar el proceso histórico del surgimiento del Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa, de Santa Rosa de Cabal, descubro cómo Dios se vale de las personas para llevar a cabo su obra de Salvación. Ofrece posibilidades a todos de involucrarnos de alguna manera en ella y nos hace pensar al mismo tiempo en nuestro sentido de Iglesia y como bautizados.

Las obras (Santuarios) no tienen sentido sin la presencia misma de los fieles, pero sigue no teniendo sentido, si los fieles no somos capaces de reconocer el misterio del don gratuito de Dios que se nos da a lo largo de la historia y como construcción y constitución de su cuerpo, es decir, si no somos conscientes de asumir el verdadero papel de Iglesia que reconocemos sólo por la fe.

En el Santuario nos encontramos cara a cara con el Señor dador de la vida; y en él la Iglesia se reconoce Una, Santa, Católica y Apostólica.

Sin caer en un Minimalismo o Maximalismo reconozcamos que María nos conecta con Cristo y por Cristo descubrimos al Padre. He aquí una hermosa afirmación que nos hace reconocer la tarea evangelizadora de la Madre, que se realiza desde la liturgia, desde los Santuarios marianos, y sobre todo desde la guía de la Madre de Dios en la liberación de los pueblos.

Agradecimientos a Robinsón Silva, cm. por cedernos este artículo valioso.

Puede ser citado y reproducido citando la fuente. ningún derecho reservado todo es copyleft.

jueves, junio 18

SANTUARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA (VIII)


REFLEXIÓN TEOLÓGICA EN TORNO AL SANTUARIO

Después de realizar una investigación desde los datos históricos, me parece oportuno hacer una reflexión teológica en torno a este “fenómeno”; porque si bien hablamos de 50 años de surgimiento, este ha de significar algo mucho más profundo en la vida de la Iglesia. Además porque la piedad popular tiene que conducirnos de alguna manera al punto esencial, para no quedarnos en simple romanticismo, es decir, centrarnos a todos en la fe desde la Palabra.

    1. El Surgimiento, fruto del primer anuncio

Digamos entonces en primer lugar que su surgimiento es la plena manifestación de Dios que es don y que es gracia. Es el regalo que Dios nos puede dar como fruto del amor profundo a la fe. Una fe que fue probada en su momento, a una comunidad concreta y que se hace servicio para los demás. Desde una interpretación un poco clásica, podríamos pensar que el surgimiento del Santuario fue fruto del llamado específico del Señor para trabajar en el anuncio de la Buena Nueva. Es decir, “Lo que han recibido gratis, dadlo gratis”. Es la manera como se desarrolla ese anuncio Kerigmático y que ahora está listo para darlo a otros. Si nos detenemos vemos cómo se ha extendido no sólo a una comunidad, sino también a otros agentes y siempre permanece listo para ofrecerlo a otros que quizás aún no les ha llegado.

Puede ser aquel anuncio de que María es la Madre del Señor, el Hijo de Dios, que se hizo Carne y que habitó entre nosotros para ofrecernos su amor, su misericordia. Para demostrarles a los demás que Dios a pesar de nuestra infidelidad, permanece cerca y fiel, a través de María. Ella que siempre estuvo atenta al fiat, y que se convierte para nosotros en ese reto a favor de la fe para que sea cada vez más sólida y firme.

    1. A nivel Cristológico

María siempre nos está recordando al Hijo de Dios, el mismo que se entregó en la cruz. Junto a esa cruz precisamente se encontraba su Madre que un poco turbada esperaba con esperanza que se cumpliera lo que estaba plasmado en las Escrituras, es decir, que se había entregado por la salvación de todos. Es que la entrega, la donación de María a través de su hijo nos recuerda a todos que debemos donarnos cada día para alcanzar la gloria del que nos mira siempre con ojos compasivos, Nuestro Padre Dios. Es por eso que María es modelo para todos los creyentes en Cristo.

Recordemos además cómo Jesús se dirige a Juan para decirle “He ahí a tu Madre”. La ofrece para que sea acogida, y al aceptarla nos pone al frente de una tarea específica y es la de seguir mostrándole al mundo que Jesucristo es el Señor, nacido de una mujer y ahora ella es intercesora de todos; se ha convertido en la Madre de todo el genero humano. Es entonces Dios mismo que manifiesta su amor, su poder y grandeza a través de la Madre de su Hijo, para que sea acogida como modelo para la Iglesia.