A lo largo de su historia, este Santuario, siempre ha tenido ese sentido de acogida a los peregrinos y este aspecto no podemos dejarlo a un lado en la reflexión, ya que es uno de esos elementos que nos ayudan a comprender mejor el camino del hombre que se hace cada día trayecto hacia el encuentro definitivo con el Padre. Creemos firmemente que Dios nos espera y que sus brazos nos brindarán la paz absoluta que sólo puede descansar en él. María en este caso vuelve a ser intercesora nuestra. Es que llegando hasta el Santuario nos conecta con la bondad del Padre y el amor del Hijo.
“La misión que el Padre encomendó a María en la anunciación y el Hijo desde la cruz, no terminó con la Asunción de ésta a los cielos. Se trata de una maternidad plena en el orden salvífico, que incluye no sólo el dar la vida biológicamente a Jesús, sino a todo su ser, que es mesiánico. Por ello María es figura y modelo de la Iglesia. Asunta a los cielos, su reinado es real, pero no según el modelo político sino evangélico: reina sirviendo como una madre a la Iglesia de los redimidos por su Hijo.
Por eso la Iglesia la reconoce como asociada activamente a la obra redentora de su Hijo. Así aparece (bajo diversas figuras) en la Tradición, a partir de los Santos Padres. Esta Colaboración, ahora en los cielos se basa en la misma asociación realizada en el proceso histórico de la obra mesiánica. Y se extiende a todo el ámbito al que se refiere la obra salvífica de Cristo, es decir a la liberación del hombre
Pero tal misión es diferente de la encomendada por el Señor a otros a quienes ha asociado a su obra (por ejemplo en la jerarquía o en el sacerdocio ministerial): es específicamente materna, y se ejercita mediante la guía de sus hijos por el ejemplo, y su intercesión por nosotros ante el Padre, por su Hijo, en el Espíritu”56.
La conciencia pues del caminar hacia el Santuario debe estar marcada por la fe profunda no sólo a la Madre sino ante todo al Hijo. Gracias a ella el hombre que va a su encuentro, recibe también unas gracias especiales de sentirse amado y acogido desde los diferentes sacrificios que ha hecho desde el momento mismo que pensó realizar un camino de reflexión y de encuentro con Jesús a través de la Madre. Nos hace preguntar este aspecto ¿Qué es lo que quiero para mi vida eterna, mi vida futura? ¿Cómo lo lograré? ¿A través de qué medios? ¿Cómo será mi caminar hacia el Padre? He aquí pues un pensamiento más bien Escatológico que me conecta con el Dios dador de la vida y con el cual espero alcanzar los gozos prometidos a todos los hombres. “De Dios venimos y a él volvemos”.
En el peregrinar se da transformación y renovación del corazón: muchas veces quienes han llegado hasta este Santuario u otros que encontramos a lo largo de la geografía colombiana, han experimentado los milagros que vienen no sólo de la generosidad de la Madre que conoce los ruegos de sus hijos, sino que también muchos han tenido la oportunidad de volver los ojos al Señor que los ha amado primero. En estos Santuarios con seguridad se han experimentado los mayores milagros a través del Sacramento de la reconciliación y ha sido, repito nuevamente, ese caminar silencioso que nos da la oportunidad de volver a las fuentes, muchas veces desconocidas por la tragedia del pecado que no nos deja ver el gran don de la cercanía a Dios.
Ese peregrinar es el mismo signo de la Iglesia que permanece en marcha, que está atenta a los cambios que debe dar para favorecer la fe de los creyentes, para trasformar con el testimonio y sobre todo con la experiencia profunda de encuentro con Dios en la celebración de la Eucaristía que es la cumbre de todo ser cristiano católico.
Obra ciertamente NeumatológicaDespués de la investigación histórica, no podemos desconocer la fuerza del Espíritu Santo que ha actuado, a través de quienes han estado al frente de su servicio. Es por tanto obra del verdadero Espíritu que no sólo ha inspirado, sino que ha impulsado, ha animado y ha iluminado los pasos de la tarea evangelizadora. Ante tantas dificultades no sólo para recolectar los dineros necesarios sino ante las calamidades uno podría llegar a pensar que la mano de Dios ha desaparecido; pero no, al contrario, la fuerza la ha manifestado a través del soplo del Espíritu que ha permitido mantenerse fieles a la obra de irradiación del carisma y también de la Evangelización que es por cierto muy compleja en ciertas circunstancias de la vida y de la obra misma. Cincuenta años no han pasado en vano, no han permanecido a oscuras.
Esto que acabo de resaltar anteriormente se descubre en la colaboración de tantas personas, en las reflexiones de tantos pastores y ministros ordenados que han pasado por este Santuario y que de alguna manera han dejado huella; huellas que se van desapareciendo para que reine la Única y definitiva: La de Dios y su Hijo Jesucristo, a través de la acogida que ha brindado la Madre del cielo.
Una experiencia que se hace vida en la IglesiaAunque estoy mencionando este punto al final de esta pequeña reflexión teológica, me parece que es esencial a la hora de analizar o mirar el objetivo mismo de los Santuarios. Es que todos estos acontecimientos y experiencias se hacen comunidad eclesial (he aquí un aspecto Eclesiológico). El peregrinar personal nos convoca y nos hace encontrar con otros que con diferentes sentimientos, necesidades o alegrías, forman la gran familia de Dios y a través de las diferentes manifestaciones enriquecen la misma vida de la Iglesia.
Eso que creemos y sentimos lo hacemos vida en la celebración, en la fracción del pan, en el encuentro con la Palabra.
Pues bien el Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa ha vivenciado este acontecimiento y no sólo ha sido una estructura de arte o es un lugar en donde se han repartido medallitas, sino que ha unido a los peregrinos al gran misterio de la Eucaristía, asociándolo también a la vivencia de los demás Sacramentos.
Allí comenzaron a florecer hace algunos años, a través de la pastoral que varios sacerdotes impartieron, los sueños de varios grupos, que después de sentirse convocados a través de una procesión o atraídos por el amparo maternal de María, querían comprometerse a vivenciar el Evangelio desde un servicio más entregado; y es como se da el despertar de la Pastoral, la misma animación de las Damas del Santuario entre otros y de esta manera se conforman los otros grupos que prestan gran ayuda en lo que conocemos como la Pastoral Litúrgica, que tanto bien le hace a la Iglesia. Yo diría que es también la mejor manera de fomentar los carismas que se encuentran escondidos en los que conforman la asamblea y que muchas veces desconocen.
Me parece que es el fenómeno más hermoso y maravilloso que ha vivido el Santuario en Santa Rosa, el llamado de Dios ha sido escuchado, no es sino mirar la gracia de la convocatoria y la congregación de personas en torno a la Madre cada sábado en las celebraciones de la conocida “Novena perpetua”, además del fervor que se experimenta. Digamos también que el surgimiento del Santuario no fue sólo lo que significa la construcción, sino que se cuenta apartir de la peregrinación y presencia de los fieles, del pueblo de Dios que acude a él a diario y que es el que le da el verdadero sentido de Santuario.
De esta manera afirmamos y con sinceridad que el Santuario ha cumplido con las condiciones necesarias para que se considere como Santuario y que sigue siendo vigente:
Es un lugar Sagrado; así ha sido considerado siempre y se ha cultivado bajo el signo de esa dignidad.
Siempre se ha tenido destinado a la celebración del culto divino y para los fieles.
Ahora más que nunca se procede a disponer el historial que da los fundamentos esenciales de su surgimiento y que son necesarios a la hora de enriquecer la fe de quienes acuden a él.
Las peregrinaciones siguen siendo el eje principal, después de la predicación de la Palabra de Dios y el culto Divino.
Cuenta con las aprobaciones pertinentes, como se cuenta en el historial. Y de esta manera entonces cuenta además con el reconocimiento necesario para desarrollar una buena pastoral.
Transforma sinceramente la vida de quienes entran allí, es la experiencia que cuentan quienes pasan por el lugar; yo puedo testificar esta afirmación, pues he tenido la oportunidad de estar presente en diferentes celebraciones y encuentros de los peregrinos.
Al realizar estas conclusiones quisiera resaltar y reafirmar primero que todo el sentido mismo de lo que es para nosotros el Santuario y después de haber hecho un acercamiento desde unos aportes históricos y reflexión teológica al respecto.
Es ante todo Memoria, Presencia y Profecía del Dios Vivo.
Podemos identificar el Santuario como “la tienda del encuentro”.
Es además la meta visible del itinerario de los peregrinos.
El Santuario promueve la experiencia de convocación, encuentro y construcción de la comunidad eclesial.
El Santuario es portador de un mensaje preciso.
Es una auténtica escuela de fe con el ejemplo vivo y la intercesión maternal de la Virgen María; en este caso particular del Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa.
“El Santuario, memoria del origen. Es memoria de la obra de Dios. El Santuario es ante todo lugar de la memoria de la acción poderosa de Dios en la historia, que ha dado origen al pueblo de la alianza y a la fe de cada uno de los creyentes. El significado profundo de todo Santuario es hacer memoria, en la fe, de la obra salvífica del Señor. El Dios vivo que ha entrado en la historia quiere dar un signo de su fidelidad y de su presencia siempre actual en medio de su pueblo. El Santuario es la memoria eficaz de la obra de Dios, el signo visible que proclama a todas las generaciones cuán grande es Él en el amor, y testimonia que Él nos ha amado primero y ha querido ser el Señor y Salvador de su pueblo”57.
Al terminar esta investigación y reflexión descubro además lo siguiente: El Santuario nos está recordando que la Iglesia nace de la iniciativa misma de Dios. Que a ese “fenómeno”, que lo podemos reconocer también como misterio, hay que acercarse con una actitud de asombro y también de adoración, reconociendo en el fondo el don de Dios. Se debe tener previamente una preparación para el encuentro con el Santuario, no basta entonces con ir sólo de paseo.
Esa iniciativa de la que ya he hablado anteriormente hay que acogerla con un espíritu de acción de gracias. Estos Santuarios son verdaderas escuelas de oración y a través de ella podemos aprovechar para agradecer el don. De ahí que podamos también experimentar ese don de la reconciliación, como aprovechamiento de la generosidad del Señor. Hay que tener muy en cuenta esto porque de otra forma se estaría desperdiciando lo que Dios nos ofrece y de esta forma el don se hace ineficaz.
Al elaborar el proceso histórico del surgimiento del Santuario Nacional de la Medalla Milagrosa, de Santa Rosa de Cabal, descubro cómo Dios se vale de las personas para llevar a cabo su obra de Salvación. Ofrece posibilidades a todos de involucrarnos de alguna manera en ella y nos hace pensar al mismo tiempo en nuestro sentido de Iglesia y como bautizados.
Las obras (Santuarios) no tienen sentido sin la presencia misma de los fieles, pero sigue no teniendo sentido, si los fieles no somos capaces de reconocer el misterio del don gratuito de Dios que se nos da a lo largo de la historia y como construcción y constitución de su cuerpo, es decir, si no somos conscientes de asumir el verdadero papel de Iglesia que reconocemos sólo por la fe.
En el Santuario nos encontramos cara a cara con el Señor dador de la vida; y en él la Iglesia se reconoce Una, Santa, Católica y Apostólica.
Sin caer en un Minimalismo o Maximalismo reconozcamos que María nos conecta con Cristo y por Cristo descubrimos al Padre. He aquí una hermosa afirmación que nos hace reconocer la tarea evangelizadora de la Madre, que se realiza desde la liturgia, desde los Santuarios marianos, y sobre todo desde la guía de la Madre de Dios en la liberación de los pueblos.
Agradecimientos a Robinsón Silva, cm. por cedernos este artículo valioso.Puede ser citado y reproducido citando la fuente. ningún derecho reservado todo es copyleft.
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