
En este sentido y antes de poder presentar algún esbozo histórico de este acontecimiento tan interesante para los colombianos, he de sostener que no hay país latinoamericano que no tenga, lo que llamamos su “Virgen Nacional”.
En nuestro caso particular de Colombia, había cundido siempre la devoción universal de la Inmaculada, la Asunción, los Dolores, la Candelaria; pero es de reconocer por antonomasia la devoción local de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Y he aquí uno de esos Santuarios que en Colombia ha movilizado millones de personas que buscan crecer en la fe y ser llenados de innumerables favores, especialmente de la Madre del Salvador.
Según la historia, el cuadro milagroso renovado el 26 de diciembre de 1586, había sido pintado por Alonso de Narváez que era un pintor audaz y que se había radicado en Tunja, en la primera mitad del siglo (murió Alonso en 1538) por encargo de Antonio de Santa Ana, por su encomienda de Suta, hoy Sutamarchán. Llevado el cuadro a la capilla de la encomienda, de la que todavía hoy subsisten algunos restos, se le rindió culto hasta que por deterioro fue retirado roto y desteñido por orden del padre Juan Alemán Leguizamón, cura doctrinero de Suta, y sustituido por un lienzo de Cristo crucificado…
Santuarios de peregrinación de las Iglesias particulares de Colombia
Tanto en Colombia como en toda América Latina y desde el descubrimiento y la Conquista, varias Iglesias y capillas obtuvieron un singular aprecio de los fieles que comenzaron a acudir en peregrinación, para venerar allí, y no para adorar, una imagen del Señor, la Virgen o de un Santo que colmaba sus sentimientos más profundos y religiosos.
Hay que anotar además que la Iglesia ha mostrado una preocupación especial por los Santuarios, puesto que son los lugares privilegiados por la piedad popular, y muy propios para la oración y el encuentro con Dios; como ya lo había mencionado en algún momento. Es por eso que en la pastoral de estos hay que brindar a los fieles el medio de salvación, a través de la predicación de la Palabra de Dios y también a través de la celebración de la liturgia, especialmente en la celebración de la Misa y el Sacramento de la Penitencia.
Es necesario pues tener un poco de conocimiento sobre los diferentes Santuarios que tenemos en Colombia y de esta manera adquirir un conocimiento previo de algo de su historia para poder orientar a los fieles a la hora de proponerles una peregrinación a alguno de estos sitios de culto. De esta manera se le estará aportando a las personas una oportunidad de que esa visita redunde en su vida, incluso en un posible camino de conversión desde ese acercamiento a Dios y no desde un simple paseo.
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